Parte del legado dadá ha sido un recelo hacia la belleza, como mínimo en
arte. Cuando la belleza no era directamente objeto de aborrecimiento,
se daba al menos una actitud derivada: el arte, antes repulsivo que
bello. La búsqueda de la belleza en clave de aspecto personal en cambio,
da pie a una importante industria.
Cuando Kant oponía la belleza a
la repugnancia en su texto temprano "Observaciones acerca del
sentimiento de lo bello y de lo sublime", estaba pensando que la última
cosa que querría una mujer que aspirase a ser considerada hermosa es que
la considerasen repulsiva. Tal vez esto parezca alejado de la filosofía
del arte, pero en muchas culturas el término "estética" se emplea para
el género de atenciones dispensadas en lo que el inglés americano
denomina "beauty shops". Lo que nos interesa saber es si tratamos con
diferentes conceptos de belleza o hay aquí una mayor unidad de lo que a
primera vista parece.
En la filosofía del siglo XVIII, los tres
reinos estaban conectados, por eso Kant pudo tratarlos como uno solo. Al
entenderse que la pintura era mimética, se entendía que los bellos
cuadros eran cuadros de escenas bellas y personas bellas. Por norma, las
personas de gusto ansiaban rodearse de objetos bellos. Por marginal que
haya sido el embellecimiento, fue el concepto central en la estética
filosófica kantiana, que no veía ninguna razón para dispensar un
análisis distinto a la belleza natural y a la artística. Lo que se busca
es cómo abordar la cuestión de la belleza en arte, tras haberse visto
injuriada por la Vanguardia Intratable.
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