Las Bacantes no es una tragedia
religiosa, sino la tragedia que trata de la naturaleza del hombre, y postula al
mito como un espacio misterioso, donde, cualquier ser humano o cosa ha de
encontrar su lugar. El escenario es de alguna manera un sueño, donde el Ser
negocia su pasaje hacia ese lugar luminoso donde los griegos vieron la
condición necesaria de sus personalidades, la polis y su cultura, en la que se
absorbe lo irracional, lo incomprensible, lo que aún permanece salvaje en
nosotros.
Dejando a un lado
la dialéctica entre lo Apolíneo y lo Dionisíaco, en Nietzsche no encontramos
aquella interacción profundamente diferenciada de oposiciones como en Hegel.
Pero hay más: en Nietzsche existen otras diferencias, aunque de ninguna manera
podrían considerarse como discrepancias con Hegel, cuya obra Nietzsche conoció
sólo muy superficialmente. Enunciemos sus premisas:
1) Para Nietzsche,
la tragedia carecía de una dimensión moral. No hay ningún conflicto entre el individuo
y el orden moral del mundo, sino el individuo y "la naturaleza de las
cosas" (lo cósmico, lo indiferenciado, que destruye al individuo ). La
nobleza que distingue al héroe es preservada hasta el instante de su
destrucción, que llega a ser la representación de esa grandeza y nobleza
aplastadas por fuerzas cósmicas. Es esta una situación en la que el concepto de
"pecado" llega a carecer completamente de significado.
2) La tragedia no
conduce a la creación de una "conciencia" ni tampoco es un momento de
la razón. En tanto permanece Dionisíaca, es una visión del lado oscuro, de lo
terrible.
a) Lo Apolíneo y
lo Dionisíaco en Las Bacantes.
Nietzsche se
preocupa extensamente de Eurípides, a quien ve como un índice de la caída del
Socratismo. Para Nietzsche, Sócrates es uno de los enemigos del hombre, y
propone entonces su propia interpretación de Las Bacantes en los términos de
una lucha que Eurípides habría sostenido a lo largo de su vida en contra del
principio Dionisíaco.
"El mismo
Eurípides, hacia el final de su vida, propugnó la cuestión del valor y
significado de esta tendencia para sus contemporáneos en un mito. ¿Tenía el
espíritu dionisíaco algún derecho para existir ? Si no, ¿porqué no
desarraigarlo brutalmente del suelo helénico ? Si, se respondió el poeta,
podría intentarse esto, pero el Dios Dionisos es demasiado poderoso, aún un
ponente tan inteligente como Penteo en Las Bacantes, inesperadamente es
encantado por él, y en su encantamiento corre de cabeza a su destrucción. Las
opiniones de dos ancianos en esta obra --Cadmo y Tiresias-- parecen hacer eco
de la opinión del propio poeta envejecido: que aún el individuo más inteligente
no puede subvertir por su puro razonamiento una antigua tradición popular como
la adoración a Dionisos, y que es una parte prudente de la diplomacia frente a
los poderes milagrosos dar muestras, al menos aparentemente, de cierta
simpatía... (p.76).
Con esto,
Nietzsche nos presenta una interpretación básicamente superficial, por no decir
"católica" del texto. Esta sospecha se ve confirmada por la
descripción que hace Nietzsche del culto Dionisíaco, algo reminiscente de la
propia imagen que Penteo se hacía de él. Sin embargo, su construcción de
principios opuestos permite apreciar ciertos aspectos internos de la obra, como
la constitución Apolínea de ciertos discursos opuestos a la ola Dionisíaca
(construcción dominada por la forma de la columna dórica, y la posición central
del Coro):
"El Coro
satírico es, antes que nada, una visión de la multitud Dionisíaca, así como el
mundo de la escena es una visión de ese Coro de sátiros --una visión tan
poderosa que produce la abolición del sentido de "realidad" del actor
frente a las filas de cultivados espectadores que lo rodean fila tras fila...
El Coro ditirámbico es el coro de los transformados, que han olvidado su pasado
cívico y su rango social, que han llegado a ser sirvientes intemporales de su
dios y que viven completamente fuera de la esfera social..." (p. 54-56)
Para Nietzsche,
Apolo es el principio de la individuación, el dios de la armonía, de la música,
el dios de la medida, el fundador del estado. Es Ël quien impide la caída de la
tragedia en el Nirvana, elevándola por medio del espíritu de la música,
cambiando el horror en un deseo por el instante siguiente, haciendo de la vida
algo digno de vivirse; permitiendo a la tragedia justificarse en términos
estéticos. Finalmente, habría un lazo de fraternidad entre Apolo y Dionisos.
Si hay un
individuo que domina la escena, consistentemente interviniendo y redirigiendo
las intrigas o las condiciones climáticas, ése es Dionisos o su doble, el
Extraño. Los autores que han tratado este tema, Segal entre otros, han
observado algunas diferencias entre estos dobles y también entre el Dionisos de
la primera y de la última sección de la obra.
Sin embargo tiene
una individualidad coherente, que mantiene una clara continuidad psicológica, y
un discurso que sólo puede atribuírsele a Él. Este discurso es Apolíneo,
normal, racional, reflexivo, irónico, un discurso que muy firmemente defiende sus
premisas, y que traducido al plano político viene a ser un discurso
maquiavélico.
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