LOS INCAS
El imperio inca surgió de una
pequeña jefatura local que realizaba incursiones sobre sus vecinos, pero sin
ganar territorio.
Tres clases componían la sociedad:
-
clero
-
nobleza
-
estado
llano
Existieron en el imperio doce
soberanos.
Alrededor del
año 1410 d.C. el emperador semimítico Viracocha,
comenzó a realizar alianzas con diferentes grupos. En 1438 su hijo, Yupanqui, derrotó a un estado rival, el
Chanca. Habiendo reforzado su dominio sobre el Cuzco, envió sus ejércitos a la
cuenca del lago Titicaca, donde derrotaron a las fuerzas de los reinos Colla y
Lupaca. Hacia 1463, el hijo de Yupanqui, Topa,
se enfrentó al grupo Chimú, marchando a través de la sierra de Quito, y atacó
al imperio costero desde el norte. Con esta derrota, los incas eliminaron a su
último rival serio. Desde ahora, controlaban los dos centros históricos de la
civilización andina. Topa fue emperador desde el 1471, y quiso ampliar su
dominio. Aplacó una revuelta en la región de Titicaca, envió tropas a través de
Bolivia hacia el norte de Argentina y atravesó el norte de Chile, hasta el río
Maule. Allí el ejército fue frenado por las tribus araucanas, por lo que no
pudo avanzar más. El sucesor de Topa, Huayna
Capac, conquistó territorios de la región del alto Amazonas y el Ecuador,
donde construyó una segunda capital en Quito. Así, en 1525, el imperio
comprendía desde el norte del Ecuador al centro-sur de Chile, una distancia de
más de 4.000 km.
El imperio fue llamado Tawantinsuyo, “la tierra de las Cuatro Regiones”. Cada una constituía una gran
provincia: Antisuyo, Collasuyo, Chinchaysuyo y Contisuyo. Esta partición se atribuye al
grupo aymará. Cada uno de los “suyos”
estaba gobernado por un cápac elegido
entre los parientes inmediatos del Inca. Los cuatro cápac formaban el Consejo Supremo del Inca.
Los incas organizaron un sistema de
posta ultra-rápido, mediante el uso de chasquis.
En lo concerniente a la escala
local, la población estaba repartida en muchas “tribus” que comprendían por
separado muchos clanes o ayllu. Cada
uno constituía una unidad económica y religiosa y estaba regido por un curaca.
En la cima del orden político estaba el
emperador, o Inca Sapa, a quien se creía descendiente de Inti, el dios sol. Al
principio, era sólo el jefe de una familia, o de un clan que había adquirido
preeminencia dentro de una tribu.
Simultáneamente era jefe civil, religioso y militar. Su
esposa oficial era obligatoriamente su hermana.
Las tensiones internas causaron la
disolución del imperio, tras la muerte de Huayna Capac. Uno de sus hijos, Huáscar, se proclamó inca Sapa en
Cuzco; pero un hermano, Atahualpa, también reclamó el trono. Los nobles
apoyaron a Atahualpa, y también los súbditos descontentos de Huáscar. Los
ejércitos de Atahualpa derrotaron a los de Huáscar, luego de una larga guerra
civil; pero, en 1532, cuando Atahualpa regresaba victorioso al Cuzco, se le informó que un pequeño ejército hispano
había desembarcado en la costa.
La pequeña fuerza de Pizarro de 168
hombres, conquistó un imperio de seis millones de personas.
En la plaza de Cajamarca, Pizarro
tomó prisionero a Atahualpa, para luego estrangularlo.
Los españoles tomaron el control de
la burocracia nativa, usándola para sus propios fines y poniendo un “títere”
como inca Sapa, Manco Capac. Éste
organizó una rebelión en 1536, pero fue vencido y los españoles consolidaron la
conquista del imperio.
Contextos de
alfarería:
“Aunque
lo esencial de su economía podía haber sido la extracción, la política estatal
incluyó una mezcla de coerción, remuneración, conformación y persuasión.”
La formación de esta economía
requirió:
1. “cambios en el acceso a
los recursos
2. cambios en la
organización de la producción: dependencia y especialización,
3. cambios en el lugar de
producción,
4. creación de nuevas líneas
de acceso a los productos,
5. cambios en las fuentes de
aprovisionamiento y
6. cambios en el contexto de
consumo.”
“Se pueden distinguir varios tipos
de poblaciones de consumo o demanda que se relacionan con producción de
cerámicas (...)”.
La economía inca organiza y controla
a los artesanos como sus propios obreros.
Las comunidades de alfareros estaban
integrados dentro de los mitmaqkuna.
En principio, la cerámica fue distribuida por redes políticas, y no por trueque
y el estado procuraba la materia prima. “Se puede pensar en una serie de
relaciones existentes entre el imperio y los individuos, partiendo de un bajo
control/baja inversión hasta un alto control/alta inversión”.
Existen tres posibilidades:
1.
El Estado pudo haber exigido una entrega directa de los productos por
parte de los artesanos, sin regular el tipo y calidad del estilo;
2.
Podría haber controlado la materia prima, entregándola y exigiendo los
productos, como se hacía con parte de los textiles.
3.
Una tercera es la de haber establecido un sistema de producción estatal,
controlando todos los aspectos de la producción. “Este sistema podía haber
proveído el mayor control y el mejor producto, pero al mayor costo administrativo”.
“La distribución de cerámica del
estilo cuzqueño parece haber estado restringido a regiones limitadas”. Esta
idea está sostenida en la evidencia de
variaciones estilísticas de la cerámica a través del imperio.
“Podemos distinguir la cerámica inca
de distintas regiones (...) a través del análisis de sus composiciones químicas
y petrográficas”.
La mayoría de la cerámica fue
producida para consumo regional.
“La movilización de tan gigantesca
masa de recursos humanos, (...), se constituyó en operadores que pudieran
desplazarse con habilidad (...), y es evidente que el establecimiento de
enclaves de artesanos deberá ser analizado desde una óptica esencialmente
dinámica”.
La incorporación de mitmaqkuna mostrará diferentes matices:
a) “conquista por la fuerza
o incorporación negociada (...) e
b) interés del Estado por
apropiarse de determinados recursos, entre ellos la capacidad y habilidad de
los artesanos o especialistas”.
La producción
artesanal se dedicaba al Inca.
“Hay evidencias
documentales de que los mitmaqkuna
fueron instalados según el oficio, en conjuntos (...) conformando verdaderos
pueblos que continuaron siendo utilizados en tiempos coloniales”.
Tipos
cerámicos del N.O. argentino:
I.
Inka
Imperial
II.
Inka
Provincial
III.
Inka
Mixto
IV.
Fase Inka
Caso N° 2: Producción y Uso de Cerámica en el N.O.
Argentina
“(...), el N.O.
fue sometido a un control administrativo organizado en el Cuzco”.
Los centros
administrativos a tratarse son Potrero-Chaquiago
e Ingenio del Arenal Médanos, que se encuentran en el Bolsón de Andalgalá y en el
sur del valle de Santa María respectivamente y formaban parte del territorio
ocupado por etnias Diaguitas.
“Los Juríes,
(intermediarios entre las sociedades propiamente chaqueñas y los Diaguitas)
entablaron una relación de vasallaje y según Cieza de León [(citado por las
autoras)] quedaron obligados a servir en las fortalezas de la frontera
oriental, (...) a cambio de la concesión de tierras y bienes”. La región pudo
haber sido considerada como una frontera, y las prestaciones de los Juríes
pudieron ir ampliándose, debiendo enviar mitmaqkuna
a los establecimientos para controlar a los Diaguitas rebeldes y reemplazarlos
con mano de obra al servicio del Estado.
“Las evidencias
arqueológicas de la ocupación inca pueden encontrarse en gran variedad de
asentamientos. Éstos contienen elementos arquitectónicos esenciales de sitios
incas: plataformas piramidales en grandes plazas centrales, kanchas (compuestos
residenciales), kallankas (grandes
edificios en forma de cuarteles), y qollqa
(almacenes).
La organización
de la producción se desarrolló implementando centros especializados. El Estado
concentró especialistas en lugares clave según la disponibilidad de materias.
“Las regiones con condiciones climáticas óptimas para la producción de cerámica
(...) permitieron su elaboración durante todo el año. Contamos con buenos
ejemplos en los Andes centrales: Ayacucho, Cajamarca, Callejón de Huaylas, y la cuenca media del
Marañón. Ahora, ¿estos requisitos fueron determinantes
en la ubicación de centros de producción en el área valliserrana central?
Creemos que sí, porque las regiones de Santa María, Hualfín, Andalgá
(Catamarca) y los –barreales- en La Rioja, reúnen las condiciones climáticas
favorables para la instalación de centros cerámicos, donde, además, se
encuentran antiguas tradiciones cerámicas de alto nivel tecnológico”.
CONCLUSIONES
La mayoría de
los análisis de producción alfarera han hecho hincapié en la manufactura de
cerámica fina de estilo cuzqueño, la que
constituye la mejor evidencia de presencia imperial en muchos sitios a través
de los Andes. El Estado estableció varios tipos de relaciones con los olleros, intensificó
la producción en las comunidades alfareras tradicionales, y creó comunidades de
artesanos especializados trasladándolos a nuevos lugares.
Desde el punto
de vista de organización, la opción más simple debe haber sido la de exigir la
entrega directa de vasijas como tributo.
“El método
básico del Estado fue el de enajenar los recursos y de instalar gente para
asegurar su producción, sin extraerla de los pertenecientes a las poblaciones
sujetas”.
Es probable que
las consideraciones políticas hayan determinado en gran proporción los usos de
la alfarería. Tomando en cuenta las relaciones estrechas entre el estilo del
Cuzco y el status, es probable que el control de la mano de obra, de la materia
prima, y de las piezas terminadas haya sido clave en la transición a un sistema
de producción controlada en las comunidades artesanales.-
BIBLIOGRAFÍA:
D’ALTROY,
Terence; LORANDI, Ana María; WILLIAMS, Verónica: Producción y uso de cerámica en la economía política
inca. En: Arqueología. Revista de la sección Prehistoria. Instituto de
ciencias antropológicas. Facultad de Filosofía y Letras. UNIVERSIDAD de BUENOS
AIRES. Buenos Aires, 1991. Volumen 4.
FIEDEL, Stuart:
Prehistoria de América. Crítica, Barcelona, 1996.
LEHMANN, Henri: Las
culturas precolombinas. EuDeBa,
Buenos Aires, 2ª ed. 1996.
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