"Nada se opone tanto a lo bello como lo repugnante", escribió Kant en su ensayo de 1764 Observaciones sobre el sentimiento de lo Bello y lo Sublime. Lo sublime es un tema demasiado amplio para abordarlo a estas alturas, pero merece la pena señalar que en ese texto precrítico, Kant observa de manera deliciosa que el antónimo de lo sublime es lo necio, lo cual sugeriría que el dadá no perseguía tanto injuriar a la belleza como rechazar lo sublime. Existe la remota posibilidad de que lo repugnante, al estar lógicamente vinculado a la belleza por oposición, también mantenga con la moralidad el vínculo que mantiene la belleza.
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