Algunas consideraciones reflexivas




"Seguramente que entre la música y el color no hay nada más en común que el hecho de que ambos siguen el mismo camino. Siete notas con ligeras modificaciones son suficientes para crear sabe Dios qué universo. ¿Debería ser diferente en las artes plásticas?".
Henri Matisse



9 de septiembre de 2010

Arthur C. Danto. La alegría de vivir después del fin del arte, por Clio E. Bugel para IPS.



Quienes declararon un siglo atrás que cualquier cosa podía ser una obra de arte, y que cualquiera podía producirla, se proponían quebrar el mito romántico del artista como un ser único, un elegido. Pero no imaginaron que serían tomados al pie de la letra.El pluralismo y la democratización del mundo actual del arte son la concreción de esa propuesta, que en su momento fue revulsiva y contraria al sistema y hoy se traduce en una discusión acerca del límite entre lo que es arte y lo que no lo es.Arthur C. Danto (1924), profesor emérito de filosofía de la Universidad de Columbia, Nueva York, y también crítico de arte, es uno de los protagonistas de esa discusión. Su primer artículo sobre teoría del arte fue publicado en la década del '60.Pero el gran estallido se produjo a principios de los '80, cuando publicó "El fin del arte", un artículo muy polémico sobre la situación y el destino de producción artística de la segunda mitad del siglo XX.Danto se ha ocupado en los últimos 20 años del problema de fronteras entre el mundo "real" y el del arte, que no sólo sigue candente sino que además se complicó, porque proliferaron las líneas de trabajo que juegan a confundir, borrar, correr y volver a establecer ese límite, dejando al descubierto muchas arbitrariedades que se daban por sentadas.Los aportes de artistas, críticos y teóricos del arte se nutren unos a otros, y en el cruce de su producción aparecen nuevas ideas para seguir profundizando en ese tema, central desde que se amplió el universo del arte. En ese punto de convergencia se centra el pensamiento de Danto.¿En qué se diferencian los objetos que encuentra cualquiera en la calle o en el supermercado de cosas parecidas que presentan los artistas con el nombre de 'ready made' u 'objet trouvé'? La pregunta está vigente quizá desde que Marcel Duchamp mostró una pala, un urinario o un escurridor de botellas en un museo.El arte pop, surgido en el taller del estadounidense Andy Warhol en la década del '60, cuando decidió pintar latas de sopas Campbell iguales a las reales o cajas de pomada Brillo casi idénticas a las del supermercado, terminó de consagrar la confusión.Desde entonces, los límites son cada vez más difusos y podemos encontrar, en los museos más serios, y al lado de una pintura tradicional, varias ollas donde se cocinan diversos guisos, y algún cartel que garantiza que esa 'obra' es de algún artista de renombre.La práctica teórica y crítica de Danto es una herramienta esencial para desentrañar esa curiosa costumbre de confundirlo todo que se instaló en el arte del fin de siglo.IPS: Usted es un caso raro, un filósofo que se convirtió en comunicador de masas. Lo más extraño es que eso ocurrió cuando se publicó su artículo 'El fin del arte', a comienzos de los 80, y entonces la revista neoyorkina The Nation lo invitó a colaborar como crítico de arte. ¿Cómo explica usted esa paradoja?DANTO: Siempre estuve cerca de los artistas y los sucesos del mundo del arte, pero hasta 1964 no había encontrado nada, entre los filósofos que escribieron sobre arte o estética, que sirviera para entender lo que estaba sucediendo en el arte contemporáneo.En 1964, el arte pop, que me estremeció, resultó que le señaló un camino a la filosofía. Ese año escribí un ensayo, 'El mundo del arte', que suele citarse como un punto de inflexión en el terreno de la investigación estética.La pregunta básica era: ¿Cómo es posible que dos cosas se perciban como iguales y que una de ellas sea arte y la otra no? Tengo la sensación de que ese es un tipo de pregunta filosófica básica, y creo que uno puede manejarse con el arte igual que con el conocimiento y la ética.IPS: Pero después de ese primer artículo, pasaron más de 10 años antes de que volviera a escribir algo sobre el tema.DANTO: No volví a escribir sobre arte hasta fines de la década del 70, cuando publiqué un libro sobre filosofía del arte titulado 'La transfiguración de lo banal', que no estaba escrito en el estilo filosófico requerido. Aspiraba a ser una comedia.Y fue analizado fuera del mundo de la filosofía. En realidad, no me importaba lo que pensaran los filósofos sobre ese libro. Iba dirigido al mundo del arte.Los filósofos seguían hurgando en los bosques de Kant y Hegel, Croce y Santayana. Y yo hablaba del arte de verdad. Así que ya era un comunicador de masas, para utilizar su expresión.El éxito de 'La transfiguración...' se tradujo en invitaciones de la prensa a escribir sobre arte. Soho News, por ejemplo, me pidió que participara en un simposio sobre el futuro del arte.Yo estaba pensando en eso en aquel momento porque no creía que el arte que se estaba haciendo a comienzos de los 80, el neoexpresionismo, fuera el futuro en relación con las décadas del 60 y del 70.Eso me llevó a preguntarme como debería haber sido el futuro, lo cual, a su vez, me hizo cuestionarme acerca del tipo de estructura que caracterizaba a la historia del arte. Finalmente, todo me llevó a pensar que el arte no tenía un futuro como el que uno creía.IPS: Entonces se le ocurrió aquel título que causó conmoción y, sobre todo, mucho enojo entre los artistas.DANTO: Escribí 'El fin del arte', que fue publicado como el artículo central del libro, y los demás se convirtieron en comentarios y críticas. Eso ocurrió en 1984, el mismo año en el cual The Nation me invitó a trabajar como crítico de arte.La paradoja que usted plantea debe ser: ¿cómo se puede escribir crítica de arte cuando se piensa que el arte llegó a su fin?El 'final' que yo tenía en mente era el de una narrativa interna a la historia del arte. Era como el relato hubiera llegado a su fin, como cualquier otro. Pero, al igual que los protagonisas de los relatos, la vida continúa aunque el cuento se termina. Llegar al final no quiere decir detenerse.El hecho de que haya una cantidad de obras de arte sobre las cuales escribir como crítico es coherente con el advenimiento del fin del arte. Lo único que se descarta es la crítica basada en una ideología que conocemos, y que estipula la dirección que debe tomar el arte.El fin del arte significa un pluralismo radical, que no permite la existencia de una sola dirección posible. No existe esa dirección. Todo es posible. Y eso permite desarrollar un tipo de crítica que toma y analiza cada cosa a medida que surge. IPS: ¿Podría explicar la idea de la ''transfiguración de lo banal'', que es uno de los pilares de su tesis?DANTO: Tomé la expresión ''transfiguración de lo banal'' de un libro de la poeta y novelista escocesa Muriel Spark. Su protagonista, una monja deseosa de llevar una vida tranquila y devota, escribe un ensayo religioso con ese título.El libro llama tanto la atención que empiezan a asediarla los periodistas, y ella termina contestando sus preguntas como parte de su penitencia. Algo así me sucedió a mí. El mundo se interesó de pronto en mis escritos, y me empezaron a llegar cartas, pedidos de entrevistas, llamadas telefónicas y todo lo demás (por eso no uso correo electrónico, porque tendría que pasar el día entero contestando).El personaje de Spark pensaba en el mundo ordinario como algo sagrado, creo. La transfiguración es un episodio en el cual Jesús, como ser humano, revela su identidad como ser divino. Creo que la metafísica de Cristo es muy profunda.A su manera se parece al Zen, según el cual el Nirvana es este mismo mundo, pero visto desde la perspectiva de una revelación. Desde mi punto de vista, una obra de arte puede verse como un objeto transfigurado. Pensaba en los ready-mades (objetos fabricados industrialmente que un artista utiliza como obra o parte de su obra).Un ejemplo pueden ser las ''Cajas Brillo'', de Andy Warhol. La cuestión filosófica era, en ese momento, traducir el concepto de transfiguración a una expresión irrefutable, es decir, buscar una definición del arte.A eso me dedico hace unos años. Ha sido maravilloso tener para mí solo todo este campo de investigación, y moverme a mis anchas.IPS: En ''El fin del arte'' usted hizo una única predicción. ''Las instituciones del mundo del arte --galerías, coleccionistas, exposiciones, publicaciones periódicas--, que han predicado y señalado lo nuevo a lo largo de la historia, se marchitarán poco a poco. (...) En cualquier caso, ha sido un inmenso privilegio haber vivido en la historia''. ¿Cuál es su opinión ahora?DANTO: Cuando escribí esas palabras, la idea del fin del arte me deprimía. Y pensaba en lo maravilloso de haber vivido en la historia, de sentir que el concepto de arte se iba desarrollando etapa por etapa. El fin del arte significaba el fin de la historia en ese sentido.Pero ya no me siento triste. Al contrario, me alegra pensar que la historia se terminó, porque era una carga muy pesada, y que el futuro es abierto y el presente es enteramente libre de ser como sea.El mundo del arte está lleno de gente con imaginación, y ya no se puede decir que el arte es importante porque avanza hacia su futuro. Eso me da una inmensa libertad como crítico de arte. Y, por encima de todo, saber como ocurrió la historia del arte hace que sea imposible tener nostalgia del pasado, igual que cuando se lamenta y desea haber vivido un gran momento.Para mí, como filósofo del arte, eso significaría desear ser ignorante. Agradezco saber cómo terminó todo, y también agradezco haber pasado por el fin y haber entrado en la era poshistórica.IPS: Su propia ''transfiguración'' significó negar, en cierta medida, esa predicción, ya que se integró a una institución del mundo del arte, y su discurso llegó a muchas más personas que antes.La función del crítico es hoy muy diferente de la de los años 60 y 70, pero ¿qué pasó con el poder de la crítica para ''crear'' o ''destruir'' carreras artísticas? ¿Cuál es la función de la nueva institución crítica?DANTO: No estoy para nada interesado, como crítico, en crear o destruir carreras artísticas. Mi práctica crítica se basa en mi definición del arte. Trato de descubrir cuál es el tema de la obra, su significado, y luego veo cómo se incorpora ese tema en el trabajo.El descubrimiento de si la obra incorpora o en cambio no es una materialización adecuada para ese sentido que pretende transmitir pero los espectadores no pueden captar, es la base de mi ejercicio crítico.Tomo cada obra individual, en sus propios términos, e intento construir una teoría sobre la misma, que no tiene por qué aplicarse a otros trabajos diferentes. Eso es lo que hace la crítica pluralista.Por otra parte, no creo que el arte sea inmune a la crítica moral, y he criticado algunos trabajos desde ese punto de vista cuando, por ejemplo, se trata de una obra que desprecia o degrada al espectador o al tema sobre el cual trata. Esas cosas suceden.IPS: ¿Por qué cree que sus libros sobre teoría y crítica de arte fueron traducidos al español sólo este año? ¿Puede ser porque su teoría se basa en una versión simplificada y sobre todo estadounidense de la historia del arte?DANTO: Mis principales escritos sobre arte fueron traducidos al alemán y al francés, y también al chino, el japonés, el hebreo, el ruso, el húngaro, y otras lenguas. Por qué pasó tanto tiempo hasta que apareciera una versión en español es una pregunta interesante, pero no conozco la respuesta.Mi sensación, aunque casi no conozco la cultura hispana, es que existe cierto ideal sobre como debe ser un filósofo, y como debe escribirse filosofía, y yo no encajo bien en esos modelos.Es cierto que tomo como base el arte que se produjo en Estados Unidos entre 1950 y 1990. Pero la teoría se aplica muy bien al modo de producción artística en todo el mundo.Hoy vivimos en un mundo globalizado, y Estados Unidos no es una ciudad amurallada, aunque a muchos de nuestros políticos les gustaría que así fuera. Cualquier cosa que haya sucedido en este país (en ese período) ocurrió también en todos lados, aunque quizá menos claramente.IPS: ¿Usted cree que el arte está relacionado --y depende de-- un lugar y un tiempo determinados? ¿Qué es lo que hace que cierta cultura muy ''típica'', por ejemplo el arte pop en Estados Unidos, o el movimiento de la Antropofagia en Brasil, trascienda las barreras nacionales?DANTO: Sí, creo que el arte depende de un lugar y un tiempo específicos, sobre todo porque su significado suele ser local, al igual que las estrategias de ''corporización'' de la historia cultural particular de cada artista.Leo una pieza de Tom Zé, un músico brasileño de los años 60. Nunca escuché su música, pero debió ser maravillosa. Era política, pero también peculiar, debido al momento y al lugar donde fue hecha, y también debido a la aparición general de nuevas posibilidades musicales a partir del rock, a cuya historia pertenece. La historia es como una conversación.Nadie, creo, podría componer una música como la de Tom Zé hoy. Estamos en la era de la eléctronica, la situación política es diferente. En la década del 50 había mucho intercambio entre los sudamericanos y los estadounidenses.El pintor Roberto Matta es chileno, y Wifredo Lam era cubano. Muchos surrealistas trabajaron en México. La historia del arte se había internacionalizado, y creo que eso es más real ahora.PS: ¿Cómo aplicaría usted su teoría del fin del arte a otros desarrollos históricos, a lo que sucede en América Latina, por ejemplo?DANTO: La teoría del fin del arte se aplica a la historia del arte como movimiento internacional, que, en esencia, es el mismo en todas partes. Pero los sentidos y las estrategias de incorporación (de sentidos en cada obra) seguirán dependiendo de tiempos y lugares específicos.IPS: 'Cualquier cosa puede ser una obra de arte', y hoy, los valores morales y políticos de una obra suelen ser más importantes que los estéticos, dice usted en 'Playing with the edge - The photographical achievement of Robert Mapplethorpe'.Sin embargo, hay una contradicción en esa afirmación, ya que el público en general se queja de que 'no entiende' lo que, paradójicamente, ve, en una época en la cual 'todos' podrían producir arte, si lo desearan. ¿Cómo explica usted eso?DANTO: La gente solía decir de una obra de arte que podrían haberla hecho ellos mismos. El alcalde de Nueva York (Rudolph Giuliani) dijo hace poco: 'Si yo puedo hacerlo, no es arte'. Afirmar eso es tratar a la obra de arte como un objeto material cualquiera.No se llega a reconocer que la obra de arte es un objeto material más una idea, una reflexión que nos dice cómo mirar el objeto. Y por supuesto, la idea misma es invisible: las personas sólo ven la cosa. Por eso es que tienen dificultades para entender el arte: no se dan cuenta de que está conectado con el pensamiento.El hecho de que el artista tenga una idea lo sitúa en la historia de un modo especial. El o ella tiene que fundamentar sus razones para creer que el trabajo tiene incorporada a su idea, o mejor, que la obra es una 'corporización' de ese pensamiento. Todo eso hay que explicárselo al público. Para eso existe la crítica de arte.IPS: Parecería que el arte contemporáneo está condenado a 'desvanecerse en el aire', ya que desapareció la historia, y eso puede no resultar muy alentador. Sin embargo, su perspectiva es muy optimista.DANTO: Siempre me inspiré en la visión del fin de la historia de Marx y Engels, según la cual, una vez que se termine la lucha de clases, todos serán libres de hacer lo que deseen. ¿Cómo será ese momento? La historia se habrá terminado realmente.Al igual que en un cuento de hadas, las personas vivirán felices para siempre. Como mito, es hermoso, y yo creo que la situación actual del arte es bastante parecida al fin de la historia de Marx y Engels.Si podemos aceptar esto, dejaremos de preocuparnos por el modo en el cual seremos vistos desde la perspectiva de la historia futura. Eso es lo que significa haberse quitado el peso de la historia.IPS: ¿Por qué cree usted que aún llamamos 'arte' a una producción que poco tiene en común con aquéllo que se produjo durante varios siglos --digamos, desde el Renacimiento-- bajo esa etiqueta?DANTO: Creo que el arte contemporáneo es arte, del mismo modo que todo lo demás. Pero creo también que la definición del arte debe cubrir todas las posibilidades, desde la antigüedad hasta el Renacimiento, la modernidad y la posmodernidad, el arte estadounidense y el chino. Allí es donde entra la filosofía. Cada obra está ligada a su momento histórico. Pero la definición del arte debe ser universal. En términos filosóficos, todas las obras de arte estarían contempladas en la definición aunque, si hablamos en términos de historia del arte, parecen todas diferentes.

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