Algunas consideraciones reflexivas




"Seguramente que entre la música y el color no hay nada más en común que el hecho de que ambos siguen el mismo camino. Siete notas con ligeras modificaciones son suficientes para crear sabe Dios qué universo. ¿Debería ser diferente en las artes plásticas?".
Henri Matisse



27 de septiembre de 2010

Transestética. Jean Braudillard.

Vemos proliferar el Arte por todas partes, y más rápidamente aun el discurso sobre el Arte.
El Arte ha desaparecido. Ha desaparecido como pacto simbólico por el cual se diferencia de la pura y simple producción de valores estéticos que conocemos bajo el nombre de cultura. Ya no existe regla fundamental, criterio de juicio ni de placer.
Ya no existe un patrón – oro del juicio y el placer estéticos.
Ya no tienen complicidad secreta que constituye la fuerza de una cultura. Ya no las leemos, sólo las decodificamos de acuerdo a unos criterio cada vez más contradictorios.
En el arte nada se contradice. La Neo Geometría, el Nuevo Expresionismo, la Nueva Abstracción, la Nueva Figuración, todo coexiste maravillosamente en una indiferencia total. Como todas esas tendencias carecen de genio propio, pueden coexistir en un mismo espacio cultural. Como suscitan en nosotros una indiferencia profunda, podemos aceptarlas simultáneamente.
Es como si lo que se había desarrollado magníficamente durante varios siglos se hubiera inmovilizado súbitamente, petrificado por su propia imagen y su propia riqueza.
En el fondo, dentro del desorden actual del arte podría leerse una ruptura del código secreto de la estética.
A través de la mezcla de todas las culturas y de todos los estilos, nuestra sociedad ha producido una estetización general, una promoción de todas las formas de cultura sin olvidar las formas de anticultura, una asunción de todos los modelos de representación y de antirrepresentación.
A través de la informática, todo el mundo se ha vuelto potencialmente creativo.
Con el minimal art, el arte conceptual, el arte efímero, el antiarte, se habla de desmaterialización del arte, de toda una estética de la transparencia, de la desaparición y de la desencarnación, pero en realidad es la estética la que se ha materializado en todas partes bajo forma operacional. Intenta, como todas las formas que desaparecen, reduplicarse en la simulación, pero no tardará en borrarse totalmente, abandonando el campo al inmenso museo artificial y a la publicidad desencadenada.
Vértigo ecléctico de las formas, vértigo ecléctico de los placeres: ésta era ya la figura del barroco. Al igual que los barrocos, somos creadores desenfrenados de imágenes, pero en secreto somos iconoclastas. No aquellos que destruyen las imágenes sino aquellos que fabrican una profusión de imágenes donde no hay nada que ver. La mayoría de las imágenes contemporáneas son imágenes en las que no hay nada que ver. Y sólo son eso: la huella de algo que ha desaparecido.
Nuestras imágenes son como los íconos: nos permiten seguir creyendo en el arte eludiendo la cuestión de su existencia.
Nos movemos en lo ultra o en lo infraestético. Inútil buscarle a nuestro arte una coherencia o un destino estético.
Estamos condenados a la indiferencia.
La pintura actual no cultiva exactamente la fealdad (que sigue siendo un valor estético), sino lo más feo que lo feo (el bad, el worse, el kitsch), una fealdad a la segunda potencia en tanto que liberada de su relación con su contrario.
De la misma manera que el arte actual está más allá de lo bello y de lo feo, también el mercado está más allá del bien y del mal.-

2 comentarios:

  1. Como suscitan en nosotros una indiferencia profunda, podemos aceptarlas simultáneamente.

    No estoy de acuerdo con el punto de vista de Baudrillard, lo siento pesimista y a la vez moralizante en el sentido de buscar la esclavización del lector a través de llevarlo a relacionarse con el arte de la manera que él propone como inevitablemente general, como cuando dice que estamos condenados a la indiferencia. La indiferencia se crea, no se condena, quién condena a la indiferencia me pregunto, si la respuesta es el mercado, entonces Baudrillard no se hace cargo de su punto de vista, porque siendo así, sería también para él indiferente la creación artística, y se nota que no lo es, por su preocupación en el tema (no es lo mismo decir sentirse indiferente, que sentirse desconcertado por la aparente pérdida de valor de todo, que se hace ver como si el la realidad fuera indiferente) como para él, pienso, para nadie.

    Considero muy bueno que la belleza no le pertenezca a nadie. Y si ha sido el mercado quien ha ayudado a proliferar tantos rasgos de belleza por el mundo hasta el punto donde confluyen como ramas disociadas por un río agitado todas las artes y expresiones de belleza en el mundo, entonces veo que los seres humanos estamos ávidos de placer artístico.

    Me veo más optimista que Baudrillard.
    Estaba mirando este cuadro.
    http://img380.imageshack.us/img380/3733/4restinharvest1865pf8.jpg

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  2. Precioso cuadro. Lo bueno es disentir. A mí en su momento este artículo de Braudillard me pareció interesante. Bueno, está dentro de la corriente posmodernista de la filosofía...

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