Algunas consideraciones reflexivas




"Seguramente que entre la música y el color no hay nada más en común que el hecho de que ambos siguen el mismo camino. Siete notas con ligeras modificaciones son suficientes para crear sabe Dios qué universo. ¿Debería ser diferente en las artes plásticas?".
Henri Matisse



6 de marzo de 2019

Análisis Hegeliano de Las Bacantes de Eurípides



Las Bacantes no es una tragedia religiosa, sino la tragedia que trata de la naturaleza del hombre, y postula al mito como un espacio misterioso, donde, cualquier ser humano o cosa ha de encontrar su lugar. El escenario es de alguna manera un sueño, donde el Ser negocia su pasaje hacia ese lugar luminoso donde los griegos vieron la condición necesaria de sus personalidades, la polis y su cultura, en la que se absorbe lo irracional, lo incomprensible, lo que aún permanece salvaje en nosotros.
Dejando a un lado la dialéctica entre lo Apolíneo y lo Dionisíaco, en Nietzsche no encontramos aquella interacción profundamente diferenciada de oposiciones como en Hegel. Pero hay más: en Nietzsche existen otras diferencias, aunque de ninguna manera podrían considerarse como discrepancias con Hegel, cuya obra Nietzsche conoció sólo muy superficialmente. Enunciemos sus premisas:
1) Para Nietzsche, la tragedia carecía de una dimensión moral. No hay ningún conflicto entre el individuo y el orden moral del mundo, sino el individuo y "la naturaleza de las cosas" (lo cósmico, lo indiferenciado, que destruye al individuo ). La nobleza que distingue al héroe es preservada hasta el instante de su destrucción, que llega a ser la representación de esa grandeza y nobleza aplastadas por fuerzas cósmicas. Es esta una situación en la que el concepto de "pecado" llega a carecer completamente de significado.
2) La tragedia no conduce a la creación de una "conciencia" ni tampoco es un momento de la razón. En tanto permanece Dionisíaca, es una visión del lado oscuro, de lo terrible.
a) Lo Apolíneo y lo Dionisíaco en Las Bacantes.
Nietzsche se preocupa extensamente de Eurípides, a quien ve como un índice de la caída del Socratismo. Para Nietzsche, Sócrates es uno de los enemigos del hombre, y propone entonces su propia interpretación de Las Bacantes en los términos de una lucha que Eurípides habría sostenido a lo largo de su vida en contra del principio Dionisíaco.
"El mismo Eurípides, hacia el final de su vida, propugnó la cuestión del valor y significado de esta tendencia para sus contemporáneos en un mito. ¿Tenía el espíritu dionisíaco algún derecho para existir ? Si no, ¿porqué no desarraigarlo brutalmente del suelo helénico ? Si, se respondió el poeta, podría intentarse esto, pero el Dios Dionisos es demasiado poderoso, aún un ponente tan inteligente como Penteo en Las Bacantes, inesperadamente es encantado por él, y en su encantamiento corre de cabeza a su destrucción. Las opiniones de dos ancianos en esta obra --Cadmo y Tiresias-- parecen hacer eco de la opinión del propio poeta envejecido: que aún el individuo más inteligente no puede subvertir por su puro razonamiento una antigua tradición popular como la adoración a Dionisos, y que es una parte prudente de la diplomacia frente a los poderes milagrosos dar muestras, al menos aparentemente, de cierta simpatía... (p.76).
Con esto, Nietzsche nos presenta una interpretación básicamente superficial, por no decir "católica" del texto. Esta sospecha se ve confirmada por la descripción que hace Nietzsche del culto Dionisíaco, algo reminiscente de la propia imagen que Penteo se hacía de él. Sin embargo, su construcción de principios opuestos permite apreciar ciertos aspectos internos de la obra, como la constitución Apolínea de ciertos discursos opuestos a la ola Dionisíaca (construcción dominada por la forma de la columna dórica, y la posición central del Coro):
"El Coro satírico es, antes que nada, una visión de la multitud Dionisíaca, así como el mundo de la escena es una visión de ese Coro de sátiros --una visión tan poderosa que produce la abolición del sentido de "realidad" del actor frente a las filas de cultivados espectadores que lo rodean fila tras fila... El Coro ditirámbico es el coro de los transformados, que han olvidado su pasado cívico y su rango social, que han llegado a ser sirvientes intemporales de su dios y que viven completamente fuera de la esfera social..." (p. 54-56)
Para Nietzsche, Apolo es el principio de la individuación, el dios de la armonía, de la música, el dios de la medida, el fundador del estado. Es Ël quien impide la caída de la tragedia en el Nirvana, elevándola por medio del espíritu de la música, cambiando el horror en un deseo por el instante siguiente, haciendo de la vida algo digno de vivirse; permitiendo a la tragedia justificarse en términos estéticos. Finalmente, habría un lazo de fraternidad entre Apolo y Dionisos.
Si hay un individuo que domina la escena, consistentemente interviniendo y redirigiendo las intrigas o las condiciones climáticas, ése es Dionisos o su doble, el Extraño. Los autores que han tratado este tema, Segal entre otros, han observado algunas diferencias entre estos dobles y también entre el Dionisos de la primera y de la última sección de la obra.
Sin embargo tiene una individualidad coherente, que mantiene una clara continuidad psicológica, y un discurso que sólo puede atribuírsele a Él. Este discurso es Apolíneo, normal, racional, reflexivo, irónico, un discurso que muy firmemente defiende sus premisas, y que traducido al plano político viene a ser un discurso maquiavélico.







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