Algunas consideraciones reflexivas




"Seguramente que entre la música y el color no hay nada más en común que el hecho de que ambos siguen el mismo camino. Siete notas con ligeras modificaciones son suficientes para crear sabe Dios qué universo. ¿Debería ser diferente en las artes plásticas?".
Henri Matisse



6 de marzo de 2019

De Ignacio Zubizarreta


Algunos puntos controvertidos del Libertador San Martín

En este pequeño trabajo, se intentará en forma muy breve, explicar algunos de los temas controversiales sanmartinianos, con relación a la ejecución de su plan continental. Por ende analizaremos que papeles jugaron la logia, que características tuvo la misma, que influencia tuvo ésta en la independencia. Y finalizando, se intentará aclarar el pensamiento político del prócer y su evolución en el tiempo.

La Independencia

Si los granaderos a caballo fueron el brazo armado del plan continental, la independencia fue tal vez su sustento ideológico. Como se sabe, desde el triunvirato más progresista (1812) que creó la bandera, el himno, y demás, pasando por el Directorio alvearista, nadie hasta ese entonces, a pesar del patriotismo de muchos de los protagonistas de los anteriores gobiernos, se animó sin embargo a declarar solemnemente la independencia de España. Si bien el triunvirato estuvo en algún tiempo dominado por los “jacobinos”, claros hostilizadores de los residentes españoles en Buenos Aires, había un grupo de conservadores que intentaba moderar la política de estos últimos. Los triunviros no llegaron a madurar muchas de sus ideas políticas, el gobierno ya había pasado a manos de otros. Con Posadas y Alvear, observamos una política internacional plagada de intentos de arreglos diplomáticos con las potencias extranjeras. Tengamos en cuenta que Napoleón aún no había caído, y Su Majestad Británica (aliada por entonces a España) recomendaba pedir disculpas y mejorar las relaciones con la Madre Patria. Luego Napoleón es derrotado, e Inglaterra seguirá siendo aliada de España a través del Congreso de Viena, aunque más abiertamente demostrará una política favorable a las colonias insurrectas. Pero también a España le quedaron las manos libres para poder al menos reconquistar su imperio perdido. En estas idas y venidas, cuando ni siquiera había un total acuerdo sobre qué política de gobierno se debía seguir en nuestro país, la Independencia es solemnemente declarada en 1816. San Martín continuamente escribía al representante de su provincia, Godoy Cruz, para saber como se estaban dando las cosas en Tucumán. Presionaba para que las discusiones sobre la adopción de un gobierno determinado se discutan después. El sólo necesitaba, al menos por el momento, saber que peleaba para un país soberano, legítimo, contra la ocupación extranjera. Además, influyó a través de la logia para que se nombrase como nuevo Director a alguien alejado de las pasiones de su época, a alguien que pudiera darle un desinteresado apoyo a su plan continental. Y en esta búsqueda hallaron a Pueyrredón, quien con sus hechos y sacrificios demostró ser la elección acertada.
Nuevamente sobre la Independencia, podemos decir que ésta le otorgó un marco de legalidad que le permitió al Libertador escribirse, entre otros, con el Virrey de Lima, o con diversas autoridades de la política europea, representando a un gobierno legítimo. Nuevamente citando a Pérez Amuchástegui, y finalizando con el tema, podemos afirmar que: “El texto del acta de Tucumán fue, probablemente, uno de los más significativos triunfos de la logia Lautaro.”[1]

 La Logia

De este tema han surgido numerosos debates dentro y entre las distintas corrientes historiográficas. Unos han afirmado que las logias americanas han tenido nada o poco que ver con la masonería. Otros han pensado lo contrario. Lo que sí podemos asegurar es que las logias americanas independentistas han sido utilizadas con objetivos puntuales y que sus fuentes, siempre secretas, no nos han sido reveladas: “el hermético silencio de sus miembros y el misterio como norma, han constituído los obstáculos insalvables para verificar el análisis revelador.”[2] A pesar de esto último, no podemos dejar de negar en las logias su gran influencia a lo largo de todo el proceso.
El historiador Ricardo Piccirilli ha estudiado con profundidad este tema en su obra “San Martín y la política de los Pueblos”. Según este autor, ni el mismo Mitre, liberal y masón, ha podido esclarecernos en su obra de modo preciso las relaciones entre las logias, la masonería, y San Martín.
Sin duda, algún tipo de entendimiento existió entre las logias británicas y las americanas, la influencia del Precursor Miranda ha quedado marcada dado el carácter del mismo  de primer promotor de la independencia a través de los ideales liberales y la ayuda británica. La logia de Caballeros Racionales (como se llamará en un primer momento la base de lo que después será la logia Lautaro) tuvo su primer movimiento de peso en la remoción del triunvirato porteño de 1812. En este suceso, ya vemos involucrados a San Martín y Alvear. Sin embargo, será este último quien lleve las riendas de la reciente logia porteña, y en un astuto movimiento se desprende de quién creía que era su rival más peligroso: manda a San Martín a remplazar a Belgrano en el mando del alicaído ejército norteño. Piccirilli junto a otros autores considera que las logias americanas no tienen necesariamente porqué ser masónicas. Los ideales “espirituales” o filosóficos pueden estar emparentados, pero los objetivos políticos a corto plazo son distintos: es decir, las logias americanas tienen un objetivo fijo, la independencia americana, las logias masónicas tienen una función más cultural, difundir las ideas progresivas, liberales y anticlericales.[3]
En San Martín no vemos nada de lo último. No se conoce anticlericalismo en él. Por el contrario, bien alertado por los consejos de Belgrano, aprende a fomentar algunos elementos religiosos para alentar a sus soldados del norte, teniendo muy en cuenta el carácter profundamente religioso de estos últimos. Sin embargo, los masones tenían relaciones con la Logia Lautaro, según Piccirilli[4] y Pasquali[5] las logias masónicas, que ya estaban establecidas en Buenos Aires antes del arribo de San Martín y Alvear, servían como “semillero” del cual se extraían los jóvenes más talentosos para desempeñar algún cargo en la Logia Lautaro. Se garantizaban ciertos ideales básicos en un joven proveniente de la masonería que podía servir para los fines independentistas. Es Julián Álvarez quien dirigió esta suerte de logia “intermedia”, y que dio buenos frutos a la causa americana.
Por nada en el mundo podemos asistir a las afirmaciones ambiciosas de Sejean de que la logia Lautaro dependía de su matriz londinense. Por el contrario, las logias se formaban a granel, y eran completamente autárquicas. Sus fines eran políticos, y no tenían como meta principal abrirle el comercio a los británicos. Sin embargo, debido a la influencia de ciertos personajes de gran trascendencia, era natural que algunas logias cayeran en la influencia de otras, o que algunas logias se crearan con la función de mero instrumento de otra, pero no podemos afirmar tanto como que todas dependían de Londres. Justamente, luego de la caída del alvearismo, es San Martín quien se decide a reorganizar las logias según sus objetivos. Restablece algunas de las ideas rectoras de 1812, y en conjunto con Pueyrredón la rebautizan logia Lautaro, en honor al araucano chileno que se resistió a las fuerzas conquistadoras españolas. Sin embrago, el significado del nombre hace clara alusión a la misión del plan continental, es decir, se llama logia Lautaro porque con ese nombre se hace honor al cambio de planes que promueve ahora sí el paso por Chile.
Luego, en del otro lado de los Andes, se establece una logia adicta tanto a O´Higgins como al mismo San Martín, llamada Lautarina. Tendrá constante relación con sus pares de Mendoza y Buenos Aires.
Desde Santiago, San Martín busca contactos con Inglaterra con fines de asegurarse un gobierno legitimado por esa potencia. Incluso  pensó en instaurar algún noble de la casa reinante británica. Estas misiones fueron llevadas a cabo por Irisarri como representante de Chile, y Valentín Gómez como representante del Directorio. Sin embargo, a pesar del asentimiento de estas negociaciones por parte de O´Higgins, se supone que es San Martín quien promueve todo esto. Piccirilli hace un seguimiento muy interesante del asunto nutrido de las fuentes que dejó el amigo británico del Libertador, William Bowles, y llega a la conclusión de que en determinado momento se pierde todo rastro documental de dichas negociaciones. Nos hubiera gustado conocer qué sucedió. Sin embargo, la logia no se quedó para nada inactiva. Logró conseguir instruidos navegantes británicos para que comandasen las naves con destino al Perú, y consiguió fondos para sustentar dicha expedición. Pero mientras esto sucedía, en Buenos Aires el Directorio se estaba derrumbando. La logia porteña incursionaba cada vez más en temas inherentes a su suelo, despreocupándose por lo que pudiera suceder en tierras tan lejanas como Perú. Los rivadavianos, autárquicos, no se mostrarán interesados en colaborar con sus países vecinos en sus respectivas independencias. En definitiva, a ellos nadie los ayudó cuando tuvieron que combatir contra los realistas de Montevideo y el Alto Perú. Además, las luchas civiles se comían todos los recursos y las energías de la gente del litoral, cansados de tener que soportar el peso de guerras tan consecutivas. San Martín, para poder dirigirse al Perú, tuvo antes que renunciar al mando de General de las fuerzas argentinas, dicha desobediencia, (más que justificada) produjo enormes rencores entre los logistas porteños y le prócer. Pero para ese entonces, el Libertador ya había entrado y liberado Perú de los españoles.

Ideas políticas

En este último punto del trabajo nos detendremos brevemente en lo que se podría considerar el pensamiento político del Libertador. Como sabemos, el plan continental fue una estrategia militar para libertar América, pero ¿después de ese plan qué?. Teniendo en cuenta que casi siempre son los militares, luego de una conquista, quienes eligen a los gobernadores del lugar conquistado, es necesario analizar como actúa nuestro prócer en estas circunstancias.
Sus ideas políticas: Algunos historiadores pretendieron equivocadamente ver en San Martín a un legitimador ilustre del régimen rosista. Es verdad que San Martín, con el tiempo, se fue dando cuenta que solo una mano fuerte podía mantener el orden en los pueblos revoltosos de América. Es verdad que le otorgó a Rosas su sable, y que en algún momento de su exilio tributó elogios por su gobierno. Sin embargo, la entrega del sable fue más bien simbólica, y lo que quiso premiar San Martín en Rosas fue solamente su faceta de defensor de la soberanía Argentina. Por otro lado, el Libertador no veía con buenos ojos un gobierno sustentado por la violencia, de hecho, nunca volvió a la Argentina a vivir como a él le hubiera gustado, por la situación de inseguridad que se respiraba.
En parte, puede parecer una contradicción reconocer que solo un gobierno fuerte puede dirigir la política americana, y ser a su vez un pacifista. El mismo San Martín reconoce que de haberse comportado con mayor rigor cuando fue Protector del Perú, las cosas hubieran resultado de otra manera. Acepta que la mano dura es necesaria, pero no quiere ser él quien deba ejercerla. Es muy sencillo, su misión fue la de Libertar los países americanos, y no la de gobernarlos. Él conocía sus limitaciones, era un militar y no un político.
Rechazó el gobierno en Chile, cediéndoselo al nativo O´Higgins. Acepto a regañadientes (y porque no quedaba otra opción) el Protectorado del Perú, siempre aclarando que dejaría el cargo en cuanto una constitución y ciertas reformas garantizasen la estabilidad del país. Como ya dijimos, fue un militar pacifista y esto sí que no es contradictorio, porque lo demostró en sus actos. Intentaba dialogar siempre con el enemigo para llegar a un acuerdo (correspondencia entre San Martín y La Serna, López, Artigas, agentes españoles, etc.). Intentó minimizar las batallas, optando por la guerra de recursos para tomar Lima, ciudad que conquistó sin una gota de sangre.
Fue amigo de la legalidad, y salvo algunas situaciones de excepción (como el renunciamiento, o el golpe de 1812) siempre respetó las órdenes y las autoridades establecidas. En cuanto a sistema de gobierno: él mismo era un liberal ilustrado, en su biblioteca se encontraron la obra de los pensadores franceses más progresistas del siglo de las luces. Se decía amante del sistema republicano. Durante los años de la independencia, coincidió con los pensadores de su patria, sin tener bien en claro la forma, la instauración de una monarquía parlamentaria “a la inglesa”. Los diferentes planes, como el de Belgrano, las diferentes negociaciones y coqueteos con nobles de las cortes europeas no dieron resultados. En Europa la Gran Revolución había llegado a su fin, el absolutismo y la monarquía eran nuevamente las ideas rectoras. No se podía pretender la neutralidad de las potencias absolutistas instaurando un gobierno democrático, tal como querían los “jacobinos rioplatenses”. Sin embargo, las aguas se enfriaron, y nada de esto se llevo a la práctica. Ni siquiera la democracia, ya que las guerras civiles lo consumieron todo. Y durante los años 1816-32 en Argentina se dio un gobierno federal de hecho, cada provincia se vio concentrada en sus propios problemas.
San Martín también negoció a través de sus representantes para poner un infante de cada reino importante en cada país independizado. El objetivo fue buscar un equilibrio de poder para que ninguna potencia pudiera adquirir “un monopolio” de influencia en Hispanoamérica. Tampoco este proyecto prosperó. Y cuando los vientos comenzaron a cambiar (desde 1822) se vio en San Martín a un odioso sostenedor del orden monárquico, y fue blanco de injurias. El desprestigio en que se vio envuelto le dio sobrados motivos para su exilio. Y desde Bélgica  primero y Francia después, nos fue mostrando el Libertador una notable madurez en su pensamiento político. Desde allí, aunque ya lo había sostenido antes, en sus cartas criticó al sistema federal. Aunque en algunas cosas se sentía más cerca del pensamiento unitario, no fue de ninguna forma unitario, tan solo recordar la figura de Rivadavia le hacía desmerecer lo bueno de este partido. Además, los unitarios no eran monárquicos. Y paradójicamente, mientras en algún momento mostró simpatías por Rosas, nunca compartió las ideas de un gobierno federal, al menos no en nuestras tierras. Según él, nuestros “paisanitos” carecían de madurez en su pensamiento político para poder elegir sus representantes. El federalismo llevaría a la anarquía y terminaría enconizando a un tirano, y su predicción se cumplió a la perfección. Sostuvo que ni Franklin ni Washington podrían haber llevado a buen puerto el gobierno de los hispanoamericanos, ya que las buenas intenciones y las ideas políticas correctas no son aplicables en cualquier lugar y en cualquier momento. La “libertad” según la entendían los ideólogos de la Revolución francesa podría servir en un gobierno como el norteamericano, pero nunca en su suelo natal, ya que creía que era lo mismo que darle -“navajas a los monos” (palabras de San Martín).  En este sentido, su pensamiento siempre fue coherente, y con el tiempo, su antiguo republicanismo se fue tornando en aprecio a un orden un poco más conservador. Amaba el orden, pero no a través de la despiadada violencia, sino a través de la aplicación correcta de la ley. Quería orden para asegurar la paz, el comercio, y el bienestar de los correctos ciudadanos. Odió el caudillismo levantisco, y siempre buscó instaurar gobiernos legales. Sin embargo, durante los años 1824-1848 se interpretaron muy mal las ideas del Libertador, y muy poco antes de la muerte, los pensamientos en torno a su persona maduraron nuevamente, y fueron proclives a otorgarle los méritos que tan noble persona merecía. 


Ignacio Zubizarreta
5* de Historia
Fragmento del Trabajo del Seminario II de Hist. Argentina: “El Plan Continental de San Martín” (en sus aspectos teóricos)




[1] Pérez Amuchástegui, A. J.,  Ideología y Acción de San Martín, Buenos Aires, Eudeba, 1996, p. 37.
[2] Piccirilli, Ricardo., San Martín y la política de los Pueblos, Buenos Aires, Ediciones Gure S.R.L., 1957, p. 124.
[3] Piccirilli, Ricardo., San Martín y la política de los Pueblos: op. cit., pp.125-130.
[4] Piccirilli, Ricardo., San Martín y la política de los Pueblos: op. cit., p. 125.
[5]Pasquali, Patricia., San Martín, La fuerza de la misión y la soledad de la gloria: op. cit.,  pp. 128-131

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